8 de junio de 2007

Inspiración hindú

Me acaba de visitar la musa y me ha inspirado tanto como a todas las personas que afirman haber encontrado su lugar en la vida tras haber visitado la India y se vuelven hinduistas.
Yo no sé qué cojones les dan a esas personas, sobretodo porque no creo que hayan visitado tal país hospedándose en una casucha sin electricidad ni agua potable, llena de mierda y de bichos que se pueden hasta comer a tus propios hijos de lo grandes que son.
No, esa gente visita la India en hoteles de miles de estrellas y como mucho pasan de largo por un par de chabolas de gente pobre para hacerse las fotos de rigor, van a un templo hindú y se dejan poner el punto en la frente y el collar de flores, dan un par de caramelos a los ninios y de ahí no creo que pase. A mí eso no me cambia la vida...
Lo digo porque yo ya estuve en la India, pasé de largo por un montón de favelas cochambrosas y acabé en un hotel de cinco estrellas donde me pusieron el puto punto en la frente y el collar de rosas. Eso me hizo sentir miserable y me dió asco de mí misma.
La India fue mi primer choque cultural. El viaje fue ya hace más de 8 anios y todavía recuerdo el olor que percibí nada más llegar al aeropuerto de Bombay. Un fuerte olor a especias, suciedad, humedad y basura. Así huele la India, por mucho que os cueste aceptarlo.
Tardé dos días en querer salir del hotel, no me sentía con fuerzas ni de ver la pobreza del lugar ni de ver su gente. Ni siquiera la comida me gustaba, todo olía tanto a especias, todo olía tanto a miles de olores que jamás había percibido en mi corta existencia.
Durante los diez días que pasé allí, en Goa y en Bombay, fui adaptándome a ese nuevo mundo. Fui a sus playas, donde las vacas pasean como Pedro por su casa y te cagan al lado de la toalla, me banié por la noche en el mar arábico, tomé oporto con cocacola en las fiestas del hotel, visité un par de museos, fui a un restaurante chino-hindú (poco recomendable la mezcla) y ví mucha gente pobre, pero feliz.
No me cambió la vida aunque sí que me hizo ver más allá de lo que yo estaba acostumbrada a ver. Me dí cuenta de que todo el mundo en realidad desea las mismas cosas y anhelan simplemente la felicidad, sin depender del dinero que uno tenga.
Pero sigo sin comprender a los inspirados que hablan de una transformación interna del alma y del ser, de los adictos al yoga y al ayurveda. Vaya gilipolleces. Los viajes te hacen madurar, de hacen abrir la mente, pero no te cambian radicalmente, te van cambiando a lo largo del camino a la madurez suprema, la muerte.
Joder qué pedazo de frase que me ha salido...
Hasta la próxima entrega... Brasil

4 comentarios:

clonada dijo...

Es cierto, esas personas que operan esos cambios sin proceso me dan grima. Es como el que un día decide hacerse punk, o nazi. Ah no, yo quiero hoy volverme francesa!! Aunque existe la posibilidad de que Dios les haya hablado durante su viaje, no?

misionerita dijo...

pero claro que sí! les habla dios y quizá también buda, por eso deciden cambiar sus vidas y volverse más profundos, abandonan sus vidas frívolas... ahora son mejores personas y muy felices y no necesitan plata (la tienen, pero no la necesitan... sólo está allí) y no comen ni una vaca hasta que mueran felices y nazcan reencarnados por ahí.

a ver q escribirás de brasil...

clonada dijo...

qué pasa con brasil!!!!!!! hasta cuando!!!!

misionerita dijo...

che nena!!!! te quejas de q no escribimos nada... pero vos al final no te quedas atrás... cómo nos haces esperar para poder deleitarnos nuevamente con una de tus piezas!!